A pocos minutos de Cali, en el camino hacia Pichindé, se encuentra la imponente figura de Nuestra Señora de los Andes, conocida popularmente como La Virgen de Yanaconas. Esta estatua monumental, obra del escultor Marcelino Vallejo, se alza sobre la cordillera occidental, ofreciendo una vista privilegiada de la ciudad.
Una de las historias más conocidas que rodean a esta escultura data de 1685, cuando los ojos de la Virgen estaban adornados con dos esmeraldas de un tamaño impresionante. La leyenda cuenta que, una tarde, el joven sacerdote encargado de cuidar la estatua fue asesinado misteriosamente, y las valiosas gemas que hacían brillar la mirada de la Virgen desaparecieron sin dejar rastro.
Desde entonces, los relatos de los habitantes y viajeros que transitan por esta vía narran la misma escena: a las seis de la tarde, justo a la hora de la misa, un sacerdote joven aparece pidiendo un aventón a los vehículos que se dirigen hacia la Virgen. Sin embargo, aquellos que acceden a llevarlo aseguran que desaparece tan pronto como sube al vehículo, dejando a los conductores con una inquietante sensación.
Se desconoce si este espíritu errante sigue buscando a los ladrones de las esmeraldas o si su alma está atrapada en la montaña como castigo por un posible vínculo en el crimen. Lo cierto es que esta aparición ha perdurado en el tiempo, alimentando el misterio que rodea a la Virgen de Yanaconas y su historia de traición y pérdida.