Cuento Infantil: El caldero y el fogón de leña

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Cuento El caldero y el fogón de leña Sandra Liliana Alarcón Rojas
Cuento: El caldero y el fogón de leña. Por: Sandra Liliana Alarcón Rojas.

Sobre un fogón de leña un caldero saltaba, contenía una sopa típica del altiplano cundiboyacense, que doña Magola preparaba con mucho esmero desde la mañana, para atender la visita de sus primas que llegarían desde la Costa Atlántica.

Cuando llegaron, todas probaron del platillo:  – ¡La sopa quedo deliciosa!, – ¡como para chuparse los dedos!, – ¡quiero otro plato!; eran los comentarios que se escuchaban, mientras doña Magola sonreía orgullosa.

Al día siguiente sus primas querían que se les repitiera el platillo, pero doña Magola sabía que no tendría leña y que por esta razón no podría repetir la fórmula de la deliciosa comida.

Entonces pensando en otra idea, se acercó al caldero y le dijo: ¡caldero, calderito, ayúdame tan solo un poquito!  El caldero sonriendo le contesto: “corre al jardín y corta un poco de romero, veras que en unos segundos ayudarte yo sí puedo”. 

Y mezclando la sopa doña Magola ayudada de su gran cucharon, se disponía a servirle a todos nuevamente el platillo.  Al finalizar se escuchaba decir: – ¡Doña Magola exquisita la sopa!, – ¿por favor me podría dar otro plato?,- ¡sencillamente deliciosa!

Doña Magola feliz, había conseguido nuevamente prepararla tal y como lo había hecho desde el primer día.

Era el tercer día de la visita, las invitadas sin dudarlo solicitaron que por favor se les preparara la misma sopa.  Doña Magola muy preocupada pensó que hacer, pues ahora si tenía leña, pero había prestado el caldero a su hija Betty.

Entonces pensando en las palabras mágicas trato de recordarlas y decía: – ¡leñita, leñota ya es hora de la sopa!, pero nada sucedía. Nuevamente intento diciendo: – ¡leñita, leñita ya viene la comidita!, pero al parecer había olvidado las palabras porque la leña no respondía. 

Cortando la leña exclamo ahora: ¡leña, potente leña ayúdame con la deliciosa sopa que todos sueñan!, al momento la leña le contesto: – “corta entonces mis trozos más secos, para que la sopa quede como quieren las costeñas”. 

Doña Magola llego a casa y recreando la sopa por tercera vez, sirvió los platillos; tan solo esperaba los comentarios de sus comensales.  Todas se pusieron de pie y corrieron a darle un fuerte abrazo, estaban felices y satisfechas. Como de costumbre pidieron repetición.

Al despedirse Invitaron a doña Magola, para que ahora fuera ella quien las visitara a sus lejanas tierras y así poderla atender con un caldero y fogón de leña, pero de la Costa.

Autora: Sandra Liliana Alarcón Rojas, Tunja, Boyacá, Colombia

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